¿Qué es?
La sífilis es una bacteria potencialmente mortal que aumenta la posibilidad de contraer o transmitir el VIH. Se transmite de una persona a otra por el contacto directo con una úlcera o erupción sifilítica. Las úlceras aparecen principalmente en los genitales externos, la vagina, el ano, pene o en el recto.
La sífilis congénita causa problemas de salud irreversibles o la muerte en el 40% de bebés nacidos vivos de madres con sífilis no tratada.
¿Cuáles son los síntomas?
Muchas personas infectadas con sífilis son asintomáticas durante años y si no se tratan, corren el riesgo de tener complicaciones posteriores. La sífilis pasa por varias fases: primaria, secundaria y latente.
La primaria se caracteriza por una úlcera en los genitales. Si no se trata, la infección pasa a la fase secundaria, que incluye erupciones cutáneas, fiebre, ganglios inflamados, dolor de garganta, pérdida de cabello y dolores tanto de cabeza como musculares. La fase latente pasa inadvertida por el portador, dañando los órganos internos, incluyendo el cerebro, los nervios, los ojos, el corazón, los vasos sanguíneos, el hígado, los huesos y las articulaciones.
Prueba de la sífilis
Para realizar la prueba de la sífilis hay que tomar una muestra de sangre. Los resultados están disponibles el mismo día en que el laboratorio recibe la muestra.
Tratamiento
La sífilis se puede curar con antibióticos. Tanto el médico de Better2Know como su médico personal o el centro de salud sexual, pueden extenderle una receta.
Consecuencias adversas
Si se deja sin tratar, puede causar la muerte y existe un alto riesgo de contraer otras I.T.S., incluido el VIH, ya que el sistema inmunitario está más débil. Por lo tanto, es importante hacerse las pruebas con regularidad y tratar cualquier infección.
En las mujeres embarazados puede causar abortos espontáneos, nacimientos prematuros o de bebés muertos (mortinato) o muerte de los recién nacidos. También existe el riesgo de malformaciones, retrasos en el desarrollo, convulsiones, junto con muchos otros problemas, tales como erupción cutánea, fiebre, inflamación del hígado y del bazo, anemia e ictericia. Si no se diagnostica a tiempo en los recién nacidos, ésta puede provocar daños en los huesos, los dientes, los ojos, los oídos y el cerebro.
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